En la vida, llega un momento en el que nos encontramos con preguntas importantes tales cómo: ¿Estoy prepararado para el retiro? ¿A que me voy a dedicar? Estas cuestiones, que a menudo acompañan el envejecimiento, pueden generar inquietud. Aunque contemos con ahorros, dudamos si serán suficientes. En tiempos de incertidumbre y en mi caso, opté por una estrategia: crear un negocio de bajo riesgo, que asegurara la estabilidad del patrimonio y brindara un retorno. Los bienes raíces parecían una inversión sólida y estable, después de todo, las casas no desaparecen de la noche a la mañana.
El origen de la idea
Mi vida me llevó a vivir en una variedad de lugares ninguno de ellos me brindó ese sentimiento de pertenencia, tampoco ninguna de las experiencias que mis hijos vivenciaron al buscar alojamiento durante su tiempo universitario. Los lugares que habitamos tenían sus inconvenientes: espacio, privacidad, higiene, acceso, servicios, costos; tuvimos que conformarnos con habitaciones incómodas y apretadas parecidas a una “caja de zapatos” y todos experimentamos la nostalgia de estar lejos de casa.
La inspiración
Había que hacer algo especial: una residencia con habitaciones amuebladas en alquiler, un lugar que pudiera llamarse hogar, aunque solo fuera temporalmente. Un lugar mágico donde las personas se sintieran como en casa, con habitaciones privadas decoradas con muebles cálidos y detalles únicos.
La búsqueda del lugar perfecto
Recorrí la ciudad durante meses en busca del lugar adecuado hasta que encontré una casa encantadora con un letrero de “Se Vende”. La casa tenía un encanto innegable: amplias ventanas, árboles meciéndose en el jardín y una chimenea con una veleta de gallo en la punta. Era como sacada de una película y estaba adeás, cerca de todo.
La transformación
Después de años de arduo trabajo y sacrificio, “La Casa de Ladrillo” finalmente cobró vida. Se convirtió en un lugar acogedor, con jardines llenos de árboles frutales y flores, paredes pintadas con los colores elegidos por mis hijos y muebles cómodos que crearon un ambiente cálido.
Un hogar para todos
Con el tiempo, “La Casa de Ladrillo” se ha llenado de inquilinos de todas las edades y procedencias. Jóvenes estudiantes, profesionales, médicos en prácticas y parejas eligieron vivir aquí. La casa se convirtió en un punto de encuentro para personas de todo el mundo, creando un ambiente especial lleno de risas, amor y recuerdos compartidos.
La esencia
Nuestra casa no es sólo un lugar para vivir; es un hogar donde uno crece como individuo y como amigo. Aquí aprendemos la importancia de crear un espacio que refleje nuestros valores y comparta alegría con quienes nos rodean. “La Casa de Ladrillo” es un lugar que ofrece comodidad y te hace sentir que perteneneces ahí, un verdadero hogar lejos de casa.